Hola a todos,
Ayer, como ya os anuncié en redes sociales, no pude salir de la población de Altai debido a una tormenta de arena. Por eso aproveché para reparar el portabultos delantero (habréis visto las fotos del tornillo ”sublevado” que decidió partirse a los pocos kilómetros de salir de Ulaangom)
También compré alimentos y agua… agua potable, limpia y libre de residuos, ya que la que saqué de los pozos que iba encontrando por el camino, no debía de estar muy buena, y me produjo episodios de diarrea.
Y en este día de descanso obligado, pude pensar con más detenimiento en los contrastes que ofrece Mongolia.
Cuando os cuento que he llegado a una pequeña población o aldea, lo digo en el sentido literal de la palabra pequeña. No es para nada comparable a nuestras aldeas españolas.
Una de las cosas más típicas y fotografiadas de Mongolia son los Geres. A simple vista, son pequeñas construcciones que dan sensación de ser endebles, pero nada más lejos de la realidad: las paredes están formadas por maderas que sirven de soporte para la cúpula, dotada de pequeñas aberturas de ventilación. La tela que recubre la tienda suele ser fieltro reforzado con material ignífugo. Y en contra de lo que muchos pensaréis, su montaje es rápido y relativamente sencillo. No hay que olvidar que casi el 50 por ciento de la población mongola es nómada.
Es quizás por este aspecto peculiar de su población, que no resulta extraño cruzarse por el camino con manadas de caballos, que, como sus dueños, si es que los tienen, llevan una vida nómada. Eso sí, es curioso cómo miran con atención cuando pasas a su lado o detienes la bici para fotografiarlos. Esos momentos te transmiten mucha paz.
Ahora que retomo el camino, espero encontrar más maravillas de este país para poder mostrároslas. Toca bordear la cadena montañosa de Altai y, para no errar con la ruta, me cercioraré con mis contactos locales para tomar la opción más adecuada.…y espectacular.
Gracias por vuestro apoyo incondicional y un fuerte abrazo desde Mongolia.