Hola chicos!

Hoy se cumplen 35 días desde que comencé Mongolia 2017. Hace una semana superé el ecuador de esta expedición: Tsetserleg,  una pequeña población ubicada en las laderas nororientales de las montañas Jangai.

Desde entonces, en estos últimos días, he atravesado el valle de Orkhon, Jarjorin (antigua capital de Mongolia en tiempos de Ghengis Khan) o Arvaikher y ya estoy a punto de entrar en el desierto de Gobi.

Como os relaté en redes, a los problemas ya conocidos tuve que sumar uno más serio: la rotura del GPS. Esto me obligó a orientarme con el móvil, pero gracias a Dios y a Bat Batbayar, de Mongolia Trekking, mi contacto en este país, pude hacerme con otro, más complicado de configurar pero que, como podéis imaginar, me ha venido genial para enfilar la recta final de la expedición. Y más con tormentas de arena que te impiden avanzar y pueden hacerte perder la ruta.

Llevo más de 1.700 kilómetros recorridos y sigo fascinado con los contrastes de Mongolia: pequeñas poblaciones, parajes inhóspitos o asentamientos como el de Baruunbayan – Ulaan que contrastan con la majestuosidad de templos antiguos como Erdene Zuu Monastery.

Ahora, a cada pedalada que doy, voy viendo como el paisaje muda con más rapidez…. El desierto de Gobi se presenta ante mí con toda su grandiosidad, por eso es uno de los más extensos e importantes del mundo. Y hay ganas, muchas ganas de enfrentarme a él y poder llegar a Dalanzadgad punto final de esta increíble expedición.

Como siempre os agradezco todo el apoyo que me brindáis, aunque aquí a veces la cobertura resulta desesperante, mi equipo en España me transmite vuestro cariño y ánimos y eso, amigos, es la mejor de las recompensas.

¡¡GRACIAS!!

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